Semblanza
“Tenía dos vidas, una, abierta, vista y conocida por todos los que querían saber, llena de relativa verdad y de relativa falsedad, exactamente como la vida de sus amigos y conocidos; y otra vida que sigue su curso en secreto“ Anton Chéjov.
Yo creo que todos tenemos, tal y como dice Chéjov, esa doble vida. Y de las dos, la interna, la íntima, es la más interesante.
Una es la existencia de aquí, de ahora, la visible; la otra responde a nuestros anhelos, a nuestros temores inconfesados.
Esta segunda naturaleza yo la exteriorizo escribiendo.
Mis preocupaciones son las universales: el sentido de la vida, el poder que unos hombres ejercen sobre otros, la búsqueda de la felicidad…
Mis novelas buscan entretener y transmitir una visión del mundo; o sea, son un medio de comunicarme con los demás. Con cuantos más, mejor.
Pero, sobre todo, quiero entretener, porque si aburres se interrumpe la mágica conexión con la persona que esté leyendo tu novela.
Por lo demás, soy un posmoderno “de libro” (y de libros), no acepto ningún relato, no compro ninguno.
Solo las religiones me parecen esenciales, porque permiten el único progreso (aparte del científico-técnico) al que puede aspirar el hombre contemporáneo: el espiritual.
Siempre me ha fascinado viajar, recorrer el vasto mundo, pero ahora soy mucho más selectivo que antes, porque la famosa globalización está acabando con la variedad cultural de los pueblos.
Si logro que el que lea mis relatos se entretenga durante unas horas y considere mi punto de vista; que lo adopte unos minutos tras haber pasado, satisfecho, la última página, los largos años de vida oculta habrán tenido sentido.